martes, julio 19, 2005

Sombras


Sombras, mi corazón envuelto en sombras que no me permiten ver el camino. Eso ha sido mi vida. ¿Quién dijo que el amor es la luz que nos guía? El amor nos envuelve en sombras, debilidades provocadas por nuestra ceguera. No queremos, pero terminamos viviendo en un sueño, caminando por la vida en una especie de duermevela fantástico que nos negamos a abandonar por las buenas. Sombras, mi corazón envuelto en sombras que me anuncian la mentira que yo mismo he creado. La mentira de un amor que siento y no puedo sentir, pero termino sintiéndolo en cada célula de mi ser. Punzándome la fibra mas sensible de mi alma. Y es placentero sentir que sigo teniendo alma, pero es doloroso saber que se conduele ante este renacer en mi de instintos y sentimientos ya olvidados. Porque era instinto, después sentimiento, ¿quién soy yo para juzgarme? Quien mas cree conocerse a si mismo suele ser quien con peores mentiras adorna su propio yo, así que prefiero ser un ignorante de mi para ver con claridad lo que me espera. Y me dejo llevar por la pasión, mi corazón estalla. Las venas no soportan la presión y cuando explotan lo que se derrama esta muy lejos de aquel liquido espeso y parduzco que los médicos afirman es el principio de toda vida, nutriente de nuestro ser material. No, lo que desbordan mis venas es pura pasión que quiere expandirse y llenarlo todo, perfumar cada halito de mi existencia de violetas... violetas, fragante aroma, dulce sabor. Pero es un liquido negro, porque mi pasión se viste de luto. Llora el sueño que le dio la vida, porque murió antes de verla consumarse, antes de contemplar como domina a su huésped, como hace suyos mis miembros y todo mi yo. Sombras, mi corazón envuelto en sombras y la pasión que escapa por cada poro de mi piel, que la enciende y la quema, piel que se carboniza y se sublima. Sombras y aroma de mi piel que se hace cenizas, porque desea caricias nunca a su alcance, porque pretende cerrarse y que la pasión vuelva a fluir por mis venas. Pero ya no hay cabida, solo sombras, sombras que recorren mis venas y convierten este verano en otro invierno mas. Luce el sol, sí, pero mi corazón no conoce mas que sombras...

¡¡Suenan notas tristes y el Fantasma se refugia en sus letras...!!

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No me asombra la elegancia e intensidad de tus palabras...tengo la suerte de conocerla desde hace tiempo.
La sensibilidad en su máxima potencia late en cada uno de tus delirios, como siempre...sigue delirando...regalando cálidos escalofríos.

8:43 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Yo no tengo blog... xo esto es lo que me sale decirte: ¿Y que harás cuando no encuentres nada más? Cuando lo permanente de repente se desvanezca, cuando tu último apoyo decida correr lejos de ti, cuando hasta las piedras sobre las que caminas se desmoronen sin pedirte permiso. Porque todo aquello que controlas escapa a tu control.
Formaste muralles en vida de orden y perfección que a la vista de los sitiados parecían inquebrantables y a la vista de los ajenos parecían matojos a la espera de saltar a la hoguera.
Porque tú, el más duro entre los duros, ahora eres el más débil entre inocentes y el más frágil entre los culpables.
Lo peor... miras tus murallas destruídas, tus miedos en la hoguera, tus calles de piedra quebrantadas y buscas tu apoyo... que huyó tan lejos que consiguió escapar de tu sabor.Impasible lo observas, lo lloras, lo sientes y piensas que harás cuando no quede nada más, sólo lo merecido.
¿Te sientes reflejado? Yo creo que sí...pero en verdad lo escribí para mí, cuando me sentía así... nunca sabes lo que te depara el futuro, ni eres el único que sufre ni serás el único, escribir los lamentos ayuda a creérselos... pero son pasajeros, siempre lo son. Mi consejo: olvidalo todo y sigue adelante, ahora más que nunca.

2:37 p. m.  
Blogger El Fantasma de la Opera said...

Me siento muy cercano, reflejado, en todo lo que has dicho. Ya me ha impresionado cuando dices que “aquello que controlas escapa a tu control”. La verdad es que ha sido una constante en mi vida, poner un punto de apoyo, llegar a una conclusión absoluta y radical sobre algo que me sirve para sostener el resto. Un sentimiento, una sensación, una toma de postura de la que lo hago depender todo, empezando por mi estado de animo. Llego un momento de mi vida en lo que nada parecía importar mas que aquello en lo que deposite todas mis esperanzas. Primero como algo abstracto, luego se volvió concreto, un objetivo, una obsesión con nombre y apellidos. Y todo parecía desmoronarse a mi alrededor, pero ese sentimiento férreo, radical, pétreo, seguía manteniéndose en pie y tenia una falsa sensación de seguridad porque creía que al depender únicamente de mi fuerza de voluntad eso jamás caería. Pero tu me mostrabas otros puntos de vista, me dabas precisamente esa imagen de mi propia muralla desde afuera. Y ahí se podían percibir claramente las debilidades, que han sido muchas. Pero obcecado en mi propia autocompasión no he hecho nada, nada, por remediarlo. Cada vez me iba encastillando mas entre ruinas que iba acumulando. Y yo me creía tan protegido por esas ruinas como si fueran una fortaleza mastodontica. Orgulloso de que mi propia voluntad había levantado de la nada unas defensas tan poderosas como para enfrentarme a cualquier peligro sin problema. Pero no era así, me metí de lleno en algo que creía controlar, y no he controlado nunca. Y empecé a regodearme en mi pena, sin buscarle una salida. Como si fuera la única opción ante el callejón sin salida en el que me había metido. Y nunca me plantee el olvido como opción, nunca como solución. Pero ahí estaba, era lo único que podía mantenerme a flote. Porque la pena, los lamentos como tu dices, acaban desapareciendo. Hasta la tristeza mas profunda termina por volverse un simple recuerdo y cuando has cimentado tu vida sobre ella, ¿qué queda entonces por hacer? Antes de que sea tarde es cuando hay que coger el toro por los cuernos, enfrentar el dolor con dolor. Me he puesto en movimiento, lentamente, me siento anquilosado. Pero en movimiento al fin y al cabo, intentando lograr por mi mismo todo aquello que me es necesario, que ahora es prioritario. Poder decir: tengo algo, lo he conseguido, no me he derrumbado. La vida va a seguir adelante conmigo o sin mi, y lo mejor es tirar lastre correr mucho y subirme sin mas. Pasa el tiempo y si uno no deja de darle vueltas a una pena, a un dolor, de repente miras atrás y ves que has perdido todas las oportunidades de tener una vida de verdad mas allá de toda banalidad. Pero hacia falta un empujón, algo que inicie el movimiento. Una palabra, un consejo... y lo que nunca podré olvidar es quien ha sido capaz de ponerme en marcha.

7:19 p. m.  

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