viernes, marzo 16, 2007

He vuelto


Los perros pueden ser animales, pero en unos pocos siglos han conseguido domesticar al ser humano. En la canícula estival, en la embriagadora fecha en que los árboles nos regalan la fragancia moribunda de sus frutos reventados, la dulzura de la putrefacción acariciando nuestras narices grotescas, nos armamos de paciencia y mil inventos para librarnos de calor, insectos y aburrimiento. Decimos vencer a la naturaleza, pero ella es la que campa a sus anchas y nosotros los que acabamos escudandonos tras nuestras muros.